Yo escribía un diario, en el cada día tiene una instrucción para registrar por escrito. El objetivo de las instrucciones es entrenar la respuesta que gestiona el sistema nervioso autónomo para ajustar su actividad en respuesta a situaciones que producen tensión.
El sistema nervioso autónomo se encarga del control de las funciones viscerales, como las respuestas inmediatas a los estímulos exteriores. Forma parte del sistema nervioso periférico, que junto al sistema nervioso central conforman al sistema nervioso. Y es súper complicado saber de qué puto sistema nervioso se está hablando si uno no se echa un clavadote con gráficas y demás.
La gestión del sistema nervioso autónomo se produce a través de un complejo sistema de mensajería y entrega de respuesta. Las señales son captadas –generalmente de forma inconsciente- por neuronas sensitivas que se asocian con receptores internos que informan a los órganos efectores quienes excitan o inhiben glándulas.
Los órganos efectores están gestionados a su vez por tres ramas del sistema nervioso autónomo: el sistema simpático, el sistema parasimpático y el sistema entérico. Las respuestas del sistema simpático son las reacciones inmediatas de mayor esfuerzo como “lucha” y “huida”; las respuestas del sistema parasimpático son las reacciones de normalización, en estado de relajación, que se encargan de la conservación y la restauración de la energía corporal -descansar es muy importante-. Las reacciones que produce el sistema nervioso Simpático y el sistema nervioso Parasimpático, se oponen.
El sistema entérico es independiente –pero estimulado por los otros dos-, se encarga de coordinar la actividad gastrointestinal y las funciones digestivas. Dato curioso: es donde hay más neuronas que en el resto de los demás sistemas; por eso de habla del cerebro en los intestinos.
Hablando de órganos, el sistema nervioso autónomo, se apoya en el hipotálamo y el tálamo para comunicarse con el sistema endocrino, del tronco encefálico para que nos circule la sangre y en las amígdalas cerebelosas para seguir respirando.
Como el sistema nervioso autónomo es el encargado de la respuesta rápida del organismo ante circunstancias extremas y emocionales, pues hay que conocerlo y aprender a comunicarse con él. Cuando queremos comunicarnos con la rama simpática le estamos hablando al tálamo. Es bueno saberlo porque generalmente le estamos achacando toda mierda a la amigdala.
Esto viene siendo útil cuando trabajas con visualizaciones y más aún si quisieras practicar sanación energética. Mira tú que el chamanismo no es sólo peyote, sonaja y sahumerios. Pensar que no le entré a Forense porque tendría que estudiar medicina.
Nuestro cuerpo sabe cosas de forma “inconsciente”, pero no se ha actualizado a la vida contemporánea y moderna. Cuando baja la señal de peligro niño Robinson, peligro (Ref. Perdidos en el espacio) se encienden en los monitores de nuestro cerebro la foto “incosnciente” de un tigre dientes de sable. Pero nuestros ojos no ven eso, porque ya no existe la posibilidad cotidiana de que te ataque prácticamente ningún animal.
Nuestro cerebro:
- “¿Qué pedo we? Estoy percibiendo peligro, ¿On tá gatito? pa´medirle el agua a los camotes.”
No ve al gatito, asume que hay un gatote escondido que no podemos ver, por lo tanto no sabe en qué dirección lanzar al cuerpo corriendo, y dispara todo lo que tiene sin ton ni son: ataca, huye, corre en círculos, hazte bolita, llora, tira la barbie, súbete al macho…
Cómo no hay una reacción clara, ésa es la parte en que te cuesta respirar y sientes que te está dando un paro cardiaco. Para algunos de nosotros es bien sabido que éso es un “Ataque de pánico”. La primera vez siempre es una mierda muy fea. Con primera vez me refiero a todas las veces que le tome a cada quien identificar qué está pasando: 5,10, 1000, y reaccionar de acuerdo a lo que sí está pasando y no a lo que no está pasando. NO te está dando un ataque al corazón; pero sin duda el manejo de la situación te puede llevar a “producirte” un ataque al corazón o algo menos específico pero igual de masivamente dañino como un “ataque nervioso”.
Cuando nos sentimos amenazados y no vemos al tigre dientes de sable, de hecho cuando ni sabemos de dónde proviene la amenaza y por lo tanto no sabemos qué hacer, eso se llama ansiedad.
Para algunos –por x o por y- la ansiedad siempre está presente haciendo que la rama simpática del sistema nervioso autónomo esté sobreestimulada reduciendo la posibilidad de recuperación que ofrece la rama parasimpática; y como la rama entérica es independiente se lo pasa confundida en plan: ¿Digiero? ¿Vomito? ¿Chorro? ¡DAME COMIIIIDAAAAA PARA HACER ALGO CON ELLA!
Lo sano es que las reacciones del Parasimpático se sobrepongan al Simpático. De hecho lo ideal, nivel monje tibetano, es que la rama simpática del sistema nervioso autómono se esté quieta -> ¡Deja el pedo: los tigres dientes de sables están extintos! ¡La verdad es que después de los tigres dientes de sable puedes manejar y superar cualquier cosa! ¡Ya deja de hacerla de emoción por todo y por nada! ¡¡¡¡Estás bien!!!!
Yo soy, lama lama hom
Lograr ese ideal es el objetivo de llevar la bitácora, que originalmente se llamaba Bitácora Estoica. Ya luego, sólo es MI Bitácora, porque puedes adaptarla a ti.
Pedirle al sistema nervioso Simpático que deje de enviarnos alertas es como pedirle que deje de existir. Y eso sería eliminar todos nuestros recursos para vivir –porque es parte del sistema nervioso autómono que es el que se encarga básicamente de que respiremos-.
Pero, se le puede enseñar a no buscar amenazas, resignificando las amenazas y estimulando más al sistema nervioso Parasimpático. Para eso es la bitácora: un alimento a nuestro sistema de conservación y restauración de energía -vital-. Modificar la respuesta orgánica cambiando la narrativa mental, reeducando al inconsciente.
Tengo issues, -que aún ni he identificado bien entre muchos factores en desorden-, con llevar rutinas. La bitácora es una rutina o ritual o hábito, pónle el adjetivo que se integre bien tu paradigma. Ergo, mi manejo de la bitácora es irregular. Durante el 2019 la hice tanto como pude, lo mucho o lo poco me lo llevé a revisión de cierre de año. El resultado fue ES-PEC-TA-CU-LAR para mí; y renové votos con seguir haciéndola, y hasta le metí boost según mis necesidades, intereses y gustos. Ya sabes, el 2020 pintaba muy bien –incluso para mí que tenía todas las advertencias sobre este año que será especialmente histórico para todos-.
La verdad no puedo culpar al Covid-19 de mi irregularidad, pero definitivamente la exacerbó. Mis pequeños grandes sistemas y logros de constancia intermitente tuvieron que reajustarse en la marcha. Había que crear una nueva rutina, ritual o hábito sobre la marcha; mientras conversaba con mi sistema nervioso autónomo, que ya más o menos estaba dócil y receptivo, pero que ahora merodea como un caballo bañado en acelerante a través de una neblina con geiseres de fuego. (Ref. Jarhead 2005)
En Mi –¿vieja?- Bitácora, los domingos son para registrar los Aprendizajes de la semana. Supongo que se ha transformado en éstas entradas de Blog sobre Saltos de Realidad. A veces el corto periodo de una semana se llena de un montón de experiencias enriquecedoras pero sin suficiente tiempo para asimilarlas e integrarlas, o en su defecto registrarlas. A veces aprender es recordar, es cerrar algún pendiente por entender -por ejemplo el sistema nervioso-, es resignificar. A veces el mundo va muy rápido o uno muy lento. Siempre podría achacárselo a cuatro maestros retrógados dando lecciones y tareas al mismo tiempo: Plutón (04 abril al 04 de octubre) + Saturno (10 de mayo al 28 de septiembre) + Venus (13 de mayo al 25 de junio) + Júpiter (14 de mayo al 12 de septiembre). … Y en Junio por 3 días serán 5, gracias: del 23 al 25 comienza Neptuno su retrogadación del 23 de junio al 28 de noviembre.
Maravilloso Desgarro en WordPress 